Seguir un patrón con paciencia, concentración y el cariño de las mejores manos ha sido una experiencia maravillosa. Esta semana, nuestras queridas abuelas nos han acompañado para enseñarnos el arte de hacer punto, compartiendo su sabiduría, destreza y amor en cada puntada.
Con infinita paciencia, nos han guiado paso a paso, mostrándonos técnicas que han pasado de generación en generación. Más allá de aprender esta valiosa labor, hemos disfrutado de un rato entrañable, lleno de historias, risas y el ejemplo de quienes siempre están dispuestas a ayudarnos en todo.
Estamos profundamente agradecidos por su generosidad, por enseñarnos que el punto une más que hilos, une corazones. ¡Gracias abuelas, sois nuestro gran tesoro!